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La radio latinoamericana goza de buena salud

Pero no todo va viento en popa; aún hay bastante por hacer en la radiofonía de la región

Por Jorge J. Basilago

Un reciente estudio de Business Bureau subraya que “no se deben usar mediciones del siglo XX para medir audiencias del siglo XXI”.

Esta frase, en apariencia limitada al consumo y a su correlato publicitario, dice mucho más de lo que se supone sobre los medios de comunicación tradicionales. Las nuevas tecnologías, instaladas y en fulgurante crecimiento, están modificando los hábitos de las personas en muchos sentidos; entre ellos su relación con los medios y sus contenidos. Esto no implica la tan anunciada — y jamás cumplida — “muerte” de la radio, sino la reconversión necesaria para evitarla.

Con oyentes de atención cada vez más volátil, que concentran sus intereses en todo aquello que los dispositivos móviles inteligentes ponen a su alcance gracias a Internet, el tradicional modelo de la radio generalista, escuchada en un sitio determinado y por el aparato receptor habitual, entró en crisis hace tiempo. Lo que aún no aparece mas que a cuentagotas, son las respuestas y las propuestas del sector ante ese nuevo escenario.

“Gran parte del terreno que gana Internet lo pierde la radio”, advierte un completo análisis del sitio Web Radios Libres, que llama a saber leer lo que las audiencias nos están diciendo, y que señala que la única opción para la radio es reinventarse.

“Tenemos que repensar nuestras programaciones, demostrar a las nuevas generaciones que la radio tiene mucho que ofrecer y que no significa que mientras nos escuchan van a tener que renunciar a Internet”, concluye el minucioso estudio.

El dinamismo del mercado tecnológico latinoamericano respalda las afirmaciones anteriores. Según datos surgidos de una encuesta realizada en 2014 por pedido de la empresa española Telefónica, el 78 por ciento de los jóvenes de la región (entre 18 y 30 años) posee un smartphone; es decir, un 10 por ciento más que el año anterior. A ese ritmo de crecimiento, algunos analistas estiman que los países de América Latina dispondrán en 2020 de la segunda mayor base de teléfonos inteligentes, solo superada por Asia-Pacífico.

Y el grado de conectividad aumenta a un paso similar: en 2014, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) determinó que el 60 por ciento de los latinoamericanos se conectó a Internet a diario, contra el 40 por ciento registrado en 2012.

Sin embargo, todo aquello no significa que las nuevas plataformas y la radio mantengan una convergencia igual de vigorosa. Aunque el consumo radial online de los latinoamericanos permanece en un nivel inferior al tradicional (3,8 contra 3,9 horas al día, respectivamente), la brecha entre ambos es cada vez más delgada y es sencillo suponer que pronto se habrá invertido. Un dato del cual los anunciantes ya van tomando nota: durante 2014, en México, la inversión publicitaria en Internet igualó a la realizada en radio, en Brasil y Chile la superó por escaso margen, mientras que en Argentina la duplicó. Con lo cual parece evidente que, de mantenerse la tendencia, sucederá algo similar en el resto de los países del área en un futuro no muy lejano.

Una nota clave es que la audiencia, antes cautiva y homogénea, se está dispersando en millones de consumidores únicos de contenidos “a la carta”, modelados al calor de los dispositivos y aplicaciones móviles. Para las nuevas generaciones, la permanencia estática junto a un receptor determinado se acerca a la extinción definitiva: América Latina tiene actualmente 328 millones de usuarios móviles, y se espera que alcance los 374 millones en 2017. En Brasil, de hecho, la Pesquisa Brasileira de Mídia 2015 (PBM 2015) determinó que la sintonía de radio tradicional cayó un 6 por ciento respecto de la medición del año anterior.

Coincidentemente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México ha determinado que la radio y la telefonía fija son las únicas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) que decrecen en su territorio.

Por otro lado, de acuerdo a la encuesta anual del Consejo Consultivo de Radio y TV (CONCORTV) de Perú, la cifra de niños y adolescentes de ese país que nunca escuchan radio (29.5 por ciento) se halla demasiado próxima a la de aquellos que lo hacen a diario (37.7 por ciento). Y si bien un 63.7 por ciento de los consultados afirmó sintonizar emisoras online, esa actividad ocupa recién el séptimo lugar entre sus intereses principales al conectarse a Internet.

Advertidas de esta transformación, las cámaras brasileñas de medios decidieron no perder el tiempo. Durante 2014, la Sociedad de Ingeniería de Televisión (SET) creó un grupo de estudio de nuevos medios, para enriquecer los contenidos de la radio y la TV a través de la convergencia con ellos.

En tanto, la Asociación Brasileña de Emisoras de Radio y Televisión (ABERT) lanzó dos campañas relacionadas: la primera, denominada “Smart es tener radio gratis en el celular”, busca estimular la fabricación de teléfonos celulares con chip de FM incorporado; y la segunda, bautizada “Mobilize-se”, se enfoca en el desarrollo de aplicaciones móviles para sus emisoras asociadas y ha sido considerada como el mayor plan de inclusión móvil de radios en todo el mundo. “Es un hecho que una aplicación móvil puede ayudar a la radio a obtener y fidelizar oyentes”, señaló Daniel Slaviero, presidente de ABERT.

Sin embargo, no todo es cuestión de desarrollos tecnológicos. El desafío que plantea el porvenir está bastante claro: ha nacido un nuevo modelo de audiencia, los anunciantes están muy interesados en captar su atención y se hace imprescindible el diseño de contenidos específicos para satisfacer a ambos sectores. Pero el grueso del medio radial padece, por el momento, de una asombrosa lentitud de reflejos para desprenderse de sus viejos formatos.

“Me parece que la radio merece refrescar las estructuras de producción”, sostuvo el especialista argentino Ricardo Haye, durante las VIII Jornadas ‘La Radio del Nuevo Siglo’, desarrolladas en la Universidad Nacional de Entre Ríos en setiembre. Haye criticó en ese foro las fórmulas autorreferenciales y facilistas que promueven que las emisoras sean idénticas unas a otras. “Es una pena que no sean más los que se animen a las búsquedas experimentales”, lamentó el investigador, en diálogo con El Diario.

La experimentación, no obstante, existe. Edición tras edición, la Bienal Internacional de Radio de México convoca a mayor cantidad de participantes (en 2014 se presentaron 980 programas, provenientes de 10 países), con el radioarte como género estrella. Pero los jóvenes realizadores que dan vida a este certamen tienen, todavía, muy pocos espacios en los cuales seguir mostrando su talento. Y son menos aún en el segmento de emisoras comerciales: en la gran mayoría de ellas prima la comodidad de la fórmula probada — y repetida — y la dependencia de la TV.

Aunque este modelo pueda sonar anacrónico o paradójico, abundan incluso los críticos y las figuras radiales que descartan de plano la necesidad de transformarlo. “Lo sustancial, la relación con el oyente, no ha cambiado”, sostuvo el periodista argentino Marcelo Longobardi, en un artículo firmado por Marina Zucchi en el diario Clarín. Muy por el contrario, el ya aludido documento de Business Bureau remarca que con “la generación de multitareas no se podrá retener la atención del consumidor de forma permanente”, y eso obligará reducir los contenidos de 24 a 20 minutos.

Es evidente que la relación con los oyentes no sólo cambia sino que se acelera y diversifica. Exige más, en menos tiempo, por múltiples medios de acceso y sin promesas de largo alcance: el vértigo con que se suceden los adelantos tecnológicos plantea la posibilidad de alteraciones de escenario tan radicales como inesperadas. “El reto de los profesionales de la comunicación será adaptarse a la multiplicidad de pantallas y momentos de consumo de cada una de ellas”, determina un informe de la Cámara Argentina de Agencias de Medios.

A nivel normativo, subyacen ciertas tensiones en buena parte de América Latina, que borronean las perspectivas de los involucrados. En Brasil, el único país de la región que no ha discutido nuevas leyes para el sector en el pasado reciente, la migración de emisoras de AM a FM extendido se desarrolla sin obstáculos aparentes, y alcanza ya al 39 por ciento de las estaciones que solicitaron dar ese paso; pero, en contraposición, se han denunciado hostigamiento y agresiones hacia las emisoras comunitarias y étnicas en su territorio.

También sufren situaciones similares las radios alternativas guatemaltecas, salvadoreñas y chilenas, estas últimas pese a la aprobación de una ley específica para ellas a mediados de 2014. La Asociación Nacional de Radios Comunitarias y Ciudadanas de Chile (ANARCICH) emitió un comunicado en el cual celebra, en general, el dictado de esa norma, pero llama a corregir sus debilidades en materia de reserva de espectro, financiamiento e infracciones y sanciones, entre otros detalles.

Por su parte, Luis Pardo, presidente de la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI) que nuclea a los medios privados, criticó con dureza a la llamada “ley de música chilena”, también promulgada el año último. “Todas estas leyes que imponen contenidos de forma obligatoria tienden a que las radios se parezcan unas a otras”, advirtió, para luego indicar que los miembros de su organización acatarán la medida mientras dan los pasos legales necesarios para modificarla.

Claro que hay tres países donde el volumen de la polémica legal es más elevado: Argentina, Ecuador y Uruguay, en orden cronológico del dictado de sus leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual. Los cuestionamientos acerca de la cuota de poder que se reserva el estado en los organismos de control, la discrecionalidad en la aplicación y la exclusión de temas como la convergencia digital, mantienen en duda la plena vigencia de esos textos; a los que sin embargo se les reconocen unos cuantos aciertos. Resta comprobar, ante el recambio de autoridades — Uruguay conservó el signo político recientemente, Argentina elegirá nuevo presidente en octubre y Ecuador tendrá elecciones generales en 2017 — si las cuestionadas normas sufrirán muchas enmiendas, si podrán mantenerse o serán derogadas.

En medio de todas estas dudas y tropiezos, sin embargo, el potencial de negocios de la radiofonía latinoamericana goza de buena salud: en febrero, el consejero delegado del grupo audiovisual español Atresmedia, Silvio González, manifestó la voluntad de esa compañía de invertir en la compra de cadenas radiales o televisivas en la región. Y no es el único caso. Si se considera que todavía se pueden mejorar mucho las condiciones de creatividad, competitividad, previsibilidad y convergencia tecnológica del medio, las esperanzas crecen. Pero demandará bastante trabajo concretarlas.

Jorge J. Basilago es periodista gráfico y radial independiente que cubre el acontecer mediático y cultural desde Buenos Aires, Argentina.

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