La desplomada economía mundial ha alentado a los ladrones a arremeter contra las emisoras de radio, televisión, telefonía celular e incluso de distribución de energía en un intento por ganar dinero fácil producto de la venta de cables de cobre.
Figura 1: Cable extra enrollado en la parte inferior de una torre: tentación para los ladrones
Figura 2: En esta torre sólo quedan los ganchos del cable después de que los ladrones tomaran la línea de transmisión de cobre.
Por supuesto, el cable y las cintas de cobre que utilizamos no son extra para nosotros; gracias a ellos salimos al aire. El robo nos representa un terrible dolor de cabeza.
Figura 3: Los ladrones dejaron un trozo de cable que no debe haber entrado en el vehículo que utilizaron para escapar.
El problema se está transformando en una epidemia, dado que los ladrones no sólo se llevan el metal sobrante que puedan encontrar, sino que en muchos casos intentan llevarse material de los circuitos en actividad. Hace poco en California un ladrón en busca de dinero fácil cortó el cable de descarga a tierra a un transformador de potencia, todo por robar el cable de cobre. No sobrevivió. Para algunas personas ninguna cantidad de señales de advertencia es suficiente para hacerlas desistir. Incluso el robo de cables extra y sin corriente puede ocasionar un real dolor de cabeza. El cable extra que muestra la Figura 1 no tenía tensión, pero iba a ser utilizado para la alimentación de una antena FM auxiliar. Estaba enrollado en la base de la torre, para ser utilizado después de la colocación de un transmisor auxiliar en el edificio de transmisión. La Figura 2 muestra lo que el ingeniero encontró después del robo. O sea… ninguna alimentación a la antena auxiliar por el momento. No sólo faltaba el cable sobrante, sino que los ladrones habían trepado en la torre para llevarse tanto como pudieran. Y mientras lo hacían, aflojaron los ganchos de la línea. Lo que fue particularmente problemático fue que después de cortar el cable, dejaron un trozo en un arbusto, como muestra la Figura 3.
— John Bisset